Querido Don Carlos, queremos darle las gracias de todo corazón por darse a manos llenas y anunciar el evangelio, por tener siempre tiempo que dedicarnos a nosotros los jóvenes y por enseñarnos a ser discípulos de Jesucristo.

Hemos descubierto en usted un corazón que nos mueve e inspira a no dar menos y a querer dedicarnos al otro, al hermano. Gracias por la acogida, la escucha, la confianza y el apoyo que hemos recibido jóvenes de parroquias, movimientos y asociaciones de la archidiocesis. Nos comprometemos a no defraudarle.

Queremos agradecer también la oportunidad de tener este espacio de oración compartido desde que llegó hace 9 años hasta hoy, así como por su implicación en la creación de plataformas de diálogo y escucha tan necesarios en la sociedad actual, como los parlamentos y la red fratelli.

Gracias por hacerse presente siempre que lo invitamos, como las celebraciones de la Luz de la Paz de Belén del Movimiento Scout Católico o el 75 aniversario de la Juventud Estudiante Católica. Queremos recordar también a tantos jóvenes que han participado durante estos años y ahora no están aquí porque están de campamentos o convivencias.

Como sabemos que se quedará en Madrid, esperamos seguir viéndolo en otras ocasiones y le pedimos que rece por nosotros como nosotros rezaremos por usted.

Querido Don Carlos,

En esta noche, en esta despedida, no podemos quitarnos una palabra que nos brota de los labios. GRACIAS.

Gracias a Nuestro Señor por habernos regalado a este pastor durante 9 años, y al Espíritu por haberle enviado y asistido.

Y gracias, por supuesto, D. Carlos, por su inagotable trabajo, por su incansable deseo de estar siempre para todos y con todos. Sabemos que no ha sido fácil, que 'la mies es abundante y los obreros pocos', pero que con su trabajo y dedicación ha conseguido que tuviéramos en usted un guía, padre y pastor, siempre pendiente de nosotros, siempre dispuesto a ayudarnos. Sabemos que no ha sido fácil, que ha sido un ernorme esfuerzo para acercarnos a Cristo, que se ha volcado -literalmente- en cuerpo y alma con todos nosotros, sin tiempo -literalmente también- apenas siquiera de dormir durante todos estos años. Queremos asegurarle que ese esfuerzo no ha sido en vano.

Un pastor preocupado por todos, y por abrir esta Iglesia de Madrid, que es nuestra, que es de todos, por abrirla a todos, y especialmente a los últimos, a los preferidos del Señor. Por saber estar siempre con todos, y acercarse, abrir las puertas a los más pequeños, a los descartados. Gracias por su trabajo y su testimonio para todos nosotros.