Orar - Discernir
La llamada del Señor
Meditando en tu llamada y en mi deseo de seguirte he descubierto que el ideal de mi vida entera eres Tú y que el ideal de mi modo de proceder es el modo de proceder tuyo.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Por eso fijo mis ojos en Ti -los ojos de la fe-, para contemplar tu figura tal como aparece en el evangelio. Tú mismo nos dijiste: "os he dado ejemplo para que me imitéis". Yo quiero imitar, Señor, hasta el punto de poder decir a los demás: "sed imitadores míos, como yo lo soy de Jesús".
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Señor, que yo pueda sentir con tus sentimientos, los sentimientos de tu corazón con que amabas al Padre y a los hombres. Jamás nadie ha tenido mayor amor que Tú, que diste la vida por tus amigos, culminando tu entrega sin límites. Yo quiero imitarte en esta disposición de amor y de entrega, y quiero actuar cada día, en lo posible, como Tú actuabas.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Enséñame, Señor, tu modo de tratar con los discípulos, con los niños, con los fariseos, con los pecadores o con Pilatos y Herodes... Comunícame la delicadeza con que tratabas a tus amigos.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Que aprenda de Ti, Señor, tu modo de comer y beber, tu participación en banquetes y fiestas, como te portabas cuando tenías hambre o sed, como reaccionabas ante el cansancio, el fracaso, la contrariedad...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Enséñame a ser compasivo con los que sufren: con los pobres, los enfermos, los huérfanos, los ancianos, las viudas... Quiero saber como manifestabas tus emociones, incluso hasta llorar... Quiero aprender como manifestaste tu dolor en al cruz, el abandono del Padre...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Esta es la imagen tuya que contemplo en el Evangelio: una persona noble, amable, buena, ejemplar... con una coherencia entre vida y acción, entre obras y palabra. Aquella manera varonil, dura para contigo mismo, con privaciones y trabajos, pero para con los demás lleno de amor y de bondad...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Eras a veces duro, es cierto, pero para quienes tenían malas intenciones; pero también es cierto que con tu amabilidad atraías a las multitudes hasta el punto de que se olvidaban de comer. Los enfermos estaban seguros de tu piedad para con ellos...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Tu continuo contacto con el Padre en la oración, antes del amanecer o mientras los demás dormían, era el consuelo y el aliento para tu misión de anunciar el reino. Señor, enséñame a orar. Sí, enséñame a orar...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Enséñame tu modo de mirar, como miraste a Pedro para llamarle a tu seguimiento o levantarle de su caída, como miraste al joven rico que no se decidió a irse contigo, como miraste a las gentes que andaban como ovejas sin pastor...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Señor, quisiera conocerte como eres: tu imagen sobre mí bastará para cambiarme. El Bautista quedó subyugado en su primer encuentro contigo. El centurión de Cafarnaún se sintió abrumado por tu bondad. Todos los testigos de tus prodigios quedaron admirados. Es la misma admiración que invade a tus discípulos. Tu poder, tu forma de hablar, tu autoridad... cautivan a todos...
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Desearía, Señor, verte como Pedro, cuando sobrecogido de asombro tras la pesca milagrosa, toma conciencia de su condición de pecador ante Ti. Desearía, Señor, oír tu voz en la sinagoga, o en el monte, cuando te dirigías a la gente enseñando con autoridad, una autoridad que solo podía venir del Padre.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Haz, Señor, que nosotros aprendamos de Ti, en las cosas pequeñas y en las grandes, siguiendo tu ejemplo de total entrega al padre y a los hombres, sintiéndonos muy cerca de Ti, pues estás tan cerca de nosotros... Danos tu gracia, Señor, que llene de vigor y fortaleza nuestra vida toda y nos enseñe a proceder siempre conforme a tu espíritu.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Enséñanos tu modo de proceder, para que sea nuestro modo de proceder y así podamos realizar el ideal de ser seguidores tuyos, colaboradores tuyos en la obra de la evangelización y salvación.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Pido a María, tu Madre Santísima, de quien naciste, con quien conviviste 33 años y que tanto contribuyó a formar tu forma de ser y de proceder, que forme en mí en todos nosotros, otros tantos Jesús como Tú.
Señor, danos un corazón bueno y valiente para seguirte y cumplir tu voluntad.
Pedro Arrupe sj: