JÓVENES DE CURSILLOS DE CRISTIANDAD
Testimonio de un joven que vive su fe en un grupo de Colores – Cursillos de Cristiandad.
Voy a hacerlo de la única manera que sabemos hacerlo en Cursillos, desde mi propia experiencia y testimonio.
Como cursillista, me siento un alma que tiene una misión, que es llevar a Jesús a todos aquellos ambientes en los que estoy, para que conozcan lo mejor que yo tengo. Lo que yo recibí gratis, dárselo gratis a ellos también. Y es que sé que en eso está mi felicidad; en la misión que llena mi vida, que la hace plena en este mismo momento, y no con falsas metas e ideales que el mundo intenta venderte, que son inalcanzables o te empujan a tener siempre la mirada puesta en un futuro con promesas vacías de plenitud… mi santidad pasa por querer que los demás también lo sean, en este mismo momento.
Y en esa clave misionera, de misión en mi día a día, vivo mi fe en Cursillos de Cristiandad. Es en este punto donde entra en juego algo sin lo que Cursillos no tendría sentido: la AMISTAD. Sí, con mayúsculas. La fe vivida como un misterio de amistad. Con mis hermanos cursillistas, por supuesto, pero también con aquel que me rodea. Y es que si al que tengo al lado no le intento querer como Jesús le quiere, difícilmente se lo voy a poder mostrar. Tener la seguridad de que el otro quiere lo mejor para ti es lo que empuja a tanta gente a dar esos “Sí” tan importantes a ir a un cursillo, porque sin ellos saberlo, es el primer “Sí” que le dan a Jesús. Y esa AMISTAD es el cauce de la Gracia por el que el Espíritu Santo infunde en el corazón del hombre alejado, el deseo de querer responder a la llamada de Dios.
Por eso, yo dije sí. Yo Le dije que sí.
Cursillos es ese rinconcito de la Iglesia donde, desde entonces, vivo mi fe de una manera alegre, normal y, algo que caracteriza nuestro carisma también, testimonial y asequible. Es increíble como puedes experimentar en este movimiento la cercanía de la gente, sin importar su edad o condición, da igual de dónde vengas o lo que hayas hecho, en el cursillo vuelves a nacer, a empezar de cero, o como por lo menos lo viví yo, a recuperar tu dignidad de bautizado, de hijo de Dios. Iglesia soy yo, gritamos en nuestro himno “De Colores”.
De las herramientas que me regala el Movimiento de Cursillos de Cristiandad para ser fermento apostólico en la masa de mis ambientes, considero clave la reunión de grupo, en la que, un grupo de cuatro personas, siendo o intentando ser amigos, y siendo o intentando ser cristianos, nos reunimos para ser más amigos y más cristianos, semanalmente, cogiendo impulso para salir a aquellos rincones de Madrid donde aún no han oído hablar de Jesús. O no lo suficiente.
Por eso, ¿qué le ofrece Cursillos de Cristiandad a un joven que no había encontrado aún su sitio en la Iglesia? En mi caso, encontré mi sitio en la vida también. ¿Qué más puedo pedir?
De colores.
Luistos
¿Quieres conocerlos o sabes? ve a: Cursillos de Cristiandad Madrid